LOCOMOTROVA nació como un colectivo de canción de autor o canción poética, en 2002. Pronto sumó a sus voces fundadoras otras, desde diferentes expresiones artísticas. Ha montado acciones de arte en varios escenarios del Ecuador, recitales de canción, de poesía y experimentos poético-musicales. Sus miembros han dado a luz libros, discos y otros productos como registros de sus respectivos proyectos y del grupo.

martes, 9 de enero de 2007

CANTAUTORES, TROVADORES, CANCIÓN DE AUTOR?

Parece ser que los cantautores son esos que hacen canciones y las interpretan, no más.
Pero si uno enfoca mejor el lente encuentra que entre ellos hay quienes se expresan a través del rock, la cumbia, el pasillo, el son, la canción romántica ...una gran variedad de géneros.
Es decir, que dentro de todas esas expresiones, cantautores y cantautoras, caben muchas actitudes y maneras de entender la creación, la difusión, la canción misma, el discurso que la acompaña y que la contextualiza.
Ocurre que hay quien no tiene el más mínimo pudor frente a servir con sus canciones a una convocatoria de reclutamiento militar, otro que se suma a una campaña comercial de un producto cualquiera, quien apoya la abolición del trabajo infantil, quien trabaja con su canción por la objeción de conciencia (al servicio militar obligatorio), quien –como ayuda a la aceptación de sus canciones por parte del público en actuaciones en directo- no pone reparo en interpretar canciones de otros junto con la suyas, quien exclusivamente interpreta en vivo sus composiciones, etc., etc....
El panorama es también muy extenso cuando de la estética asumida se trata. En lo que atañe al aspecto musical: está el purista en un género, está quien encara un trabajo experimental, quien trabaja en la fusión seria y estudiada (normalmente al alcance solo de aquellos escasos que cuentan con una formación académica sólida), quienes hacen una mixtura a la que llaman fusión -por moda, por comodidad, por ignorancia....-, están quienes consideran que en los tiempos que corren debe hacerse uso de los medios tecnológicos disponibles -cuanto más mejor-, están quienes piensan lo contrario, hay quienes asumen una actitud en la línea contestataria de los minimalistas de fines de los 60´s, están quienes visten a su canción de arreglos muy elaborados y quienes van por lo más simple, quienes presentan su trabajo acompañados de banda y hasta de una filarmónica y quienes lo hacen solo con un ukulele. Hay quienes afrontan la labor de búsqueda asumiendo los riesgos de nuevas armonías y juegos rítmicos, los que se aventuran al trabajo en el sonido de sus grabaciones en el intento de lograr una expresión más suya, quienes se lo dejan todo a quien hace la mezcla y la masterización, quienes cuidan su sonido y presencia en escena y quienes no hacen caso a esos ”detalles” (más allá de que posean o no un aparataje técnico y un contingente humano que pudiera encargarse de eso), quienes ponen especial cuidado en la tímbrica empleada, en su voz y en la expresividad más que en la técnica pulida, quienes con mayor o menor conocimiento de causa hacen uso de las técnicas por las que se aventuraron creadores de otros tiempos y latitudes, quienes asumen posturas estéticas marcadas por la tradición y están también los otros, los iconoclastas, entre quienes también nos topamos con exponentes serios y con numerosos inconsistentes...
Cuando llega el momento de notar diferencias en lo que hacen los cantautores con la forma y el contenido de las letras de sus canciones, los contrastes definitivamente se hacen muy, pero muy notorios. Están a la vista los “trabajos” de los grandes vendedores de discos que nos hacen pensar perniciosamente que el gran público prefiere un lenguaje que tiene su estándar en expresiones mil veces repetidas, sin ingenio, sin esfuerzo alguno para ponerle el sello personal, uniformadas por un léxico asombrosamente limitado, que no conoce las riquezas de las expresiones locales o regionales en las que las culturas se ven reflejadas, un lenguaje que como los “malls” de las grandes ciudades, luce igual en una o en otra, no importa en qué país, no importa lo que pase fuera. La arrolladora mayoría de cantautores, lastimosamente, cabe en esta pobre categoría, que paradójicamente es la mejor pagada, por más difundida. Y digo lastimosamente, porque el grueso del público, a fuerza de escuchar repetidamente en una y otra emisora o estación de televisión esas canciones con sus exponentes, termina creyendo que es todo lo que hay, o que es lo más digno de oírse porque es lo más vendido. La temática frecuentemente tocada en esa canción vendedora, supongo que porque a todos nos pasa y esto garantiza la llegada y cuesta menos esfuerzo, es la relación de pareja y sus aledaños: la ilusión, el encandilamiento, el desencanto, la “traición”, los recuerdos.... tratados más o menos a la misma temperatura, y, ojalá, con condimentos que se encuentren en el supermercado. Cada vez más, (y sin saber que no es novedoso desde hace unas cuantas décadas), se aborda lo sexual, más como accidente atractivo que como tema, con la ligereza que este tipo de comida rápida precisa.
Hay felizmente otros registros en los que se mueven los cantautores, esos que se aventuran al lenguaje de las calles, de los barrios, de los pueblos, esos que saben lo que pasa más allá de los dominios del centro comercial y sus devotos, más allá del cliché. Unos más, otros menos elaborados; unos más, otros menos ilustrados.
Es necesario decir que no es denominador común el uso de un léxico muy rico, de estructuras complejas, ni necesariamente de un lenguaje poético en este grupo.
Su rasgo distintivo: la visión personal de la realidad, la valoración de las particularidades, la necesidad de decir algo y de tener qué decir. Cantores populares la mayoría, con temáticas que bien pueden abordar lo romántico, lo político, la cotidianidad más doméstica, pero también lo de interés público o comunitario, frecuentemente urbano. Su tratamiento: usualmente más pausado, menos repetitivo, a veces haciendo uso del humor, de la ironía, de imágenes sugerentes... Con un poco de suerte algunos de estos logran vender bien sin necesariamente venderse, y nos dan motivos para la esperanza.
Dentro de estos últimos hay autores y autoras que se diferencian marcadamente de los demás dada su postura estética en lo musical, en sus letras, sus contenidos, en la actitud que acompaña su obra y sus presentaciones, en el riesgo asumido en la búsqueda de su voz. En una palabra en lo que dicen y en la manera cómo lo dicen, que se revela tan particularmente suya. Lo que se ha dado en llamar canción de texto (España años 70´s) o canción de autor, se puede identificar en ellos. De quienes hemos hablado de manera general en los párrafos anteriores sobran ejemplos y resulta ocioso citarlos; de estos últimos, puede ser hasta ilustrativo nombrar a algunos importantes, pues lastimosamente no son difundidos por los medios sino en honrosos y excepcionales casos y quien lee este artículo, si no es un conocedor bien podrá aproximarse a sus obras a partir de sus nombres. Apenas nombrados aquí de manera poco rigurosa, no podemos olvidar a los pilares fundamentales de la canción de autor contemporánea quienes mostraron su obra desde apenas transitados los años 50´s del siglo pasado: Georges Brassens, JaquesBrel, Bob Dylan, Leonard Cohen, Chico Buarque… Quienes influidos por ellos y en su propio terreno se constituyeron en verdaderos clásicos: Luis Eduardo Aute, Luis Llac, Joan Manuel Serrat, Daniel Viglietti, Caetano Veloso, Gilberto Gil, Silvio Rodríguez, Victor Jara, Noé Nicola, etc..
A su vez esta “segunda generación” de grandes cultores de la canción de autor se constituyó como referente de cantores contemporáneos notorios, aún en estos tiempos frecuentemente impermeables a la canción de contenido, entre quienes se me ocurre nombrar a Pedro Guerra, Ismael Serrano, Alejandro Filio, Hugo Moraga, Carlos Varela, Jeff Buckley, Damien Rice, Zeca Baleiro, Francisco Villa, Frank Delgado, Chico César, Jorge Drexler…
La lista podría alargarse y llegar a nombrar a autores latinoamericanos y dentro de ellos a algunos ecuatorianos que realizan sus búsquedas y sus encuentros en esta línea actualmente, pero, no es el punto. Si lo es, sin embargo sugerir que el lector que se ha aproximado poco a estos cantores, así como el gran (léase numeroso) público que no ha tenido ocasión de conocerlos, se permita el placer de escucharlos detenidamente, por lo menos a algunos de ellos, y que pueda constatar el gran contraste, la enorme distancia, entre su obra y la de quienes perpetran cosas urdidas como producto identificado como rentable en los estudios de mercado, de ese alud de -como dice Filio- “cantores populistas, rimadores de sobras”, que tan Arjonamente pretenden entrar en el mercado, llamándose también cantautores.

Fabián Jarrín