LOCOMOTROVA nació como un colectivo de canción de autor o canción poética, en 2002. Pronto sumó a sus voces fundadoras otras, desde diferentes expresiones artísticas. Ha montado acciones de arte en varios escenarios del Ecuador, recitales de canción, de poesía y experimentos poético-musicales. Sus miembros han dado a luz libros, discos y otros productos como registros de sus respectivos proyectos y del grupo.

sábado, 15 de septiembre de 2007

Voz de calle

Qué redundancia la lluvia
sobre una calle angosta y devuelta
por donde anduve solo
cuando mordías mi mano.

Yo llevo doblada la acera,
hacia adentro y en ristre,
para incentivar tu calma,
ahogada y musical parsimonia
debida a mi peregrinaje
y hosca con el viento...

Y el viento...
¿dónde va cuando no sopla?
¿dónde se esconde el viento
para anunciar temblores?

Lo que pesa se levanta
y la mano herida salta
y se hace barco de papel
o araña que persigue,
quiebramuros de hambre.

Almas de piedra que son rastros,
olores de antaño,
avispas en vuelo quieto
con alas que llaman
así como banderas,
así como palmeras
y después atrapan.

Te voy a matar
desde la silla de la ameba.

Te voy a agotar,
te tragaré rayando tus sequías,
te enfermaré,
a punta de pie
o de empedrados cuerpos rotos,
asilados en tus costas de orina,
camas de crueles témpanos,
lechos de basura que dicen tu grandeza...

¿El fin de la calle?
la lluvia se la lleva cual suspiro
subida en su lomo de plata,
mancha de piedras redondas
y la monstruosa ciudad callada
se descalza de nuevo.

(dcb)

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Hay...

Hay tantas palomas en mi alero
que solo se me ocurre batir las alas para espantar al público

y pensarme
canto en flecos
silencio desafinado


pluma apacible en medio de la ráfaga

(fja)

martes, 11 de septiembre de 2007

...o devolverse como pergamino perezoso

A veces es mejor virar la página
de regreso…
recolectar mariposas
(g. v.)

...o devolverse como pergamino perezoso
hacia las tumbas olvidadas por ahí,
en los laberintos memorables,
en los vericuetos de las canas
que esconden los momentos sin tiempo,
los de los niños,
los árboles antediluvianos
abalanzados sobre los juguetes,
o las lagunas del norte y sus miedos;
todo en trance permanente,
en el afán de voltear las noches
para verlas entrañables
madres de las soledades gentiles,
del repliegue del caracol
agazapado en memorias ajenas,
escribiente de pasos hundidos
en guápulo, en ibarra, en el aire,
en el chaquiñán hacia adentro
donde quedan las certezas
y donde hay -como rosales-
matas llenas de angustias y promesas...
siempre vueltas viudas de relojes,
pero anclas de los ritmos,
de la música que hace olvidos
contra cuya bandera me ando
con esos apetitos conocidos,
esas sedes de viento y leña,
esas de café...

la espera es la mayor pena,
pugna amarga por la paz.

¡si nos anduviéramos circulares!

¡qué camino sería el recuerdo
si nos anduviéramos circulares!

(dcb)