Fabián Jarrín, poeta (De la sed, el saber y la piel/ 1995, Inventario en Claroscuro/1998) y cantautor, ha realizado desde 1994 en Quito, paralelamente a otros trabajos musicales, una serie de recitales poético-musicales en la creencia de que la canción ha de ser un vehículo del pensamiento y la sensibilidad, y no solamente el terreno de la sensiblería escasamente racional o la tonada pegajosa que dice poco o nada.
PARTE DEL POLVO es el primer CD grabado por Fabián Jarrín. Contiene 14 canciones de su autoría que hacen parte de su repertorio en la línea de la canción de autor. La canción de autor pone énfasis en el tratamiento de las letras, en la poética del canto. A sus cultores se los puede distinguir entre los “cantautores” por sus planteamientos éticos y estéticos que implican, entre otras cosas, la interpretación de sus propias composiciones exclusivamente, usualmente hecha con un mínimo de recursos instrumentales adicionales a su voz y un instrumento acompañante, bajo la premisa de que una canción ha de sostenerse por sus valores melódicos, armónicos y poéticos sin precisar de la parafernalia de la que otros géneros hacen uso. Guardando coherencia con este hecho, la temática supera aquella de la canción romántica. Se transparentan con frecuencia temas sociales (locales o no, con su dosis de universalidad) bajo la consigna de evitar lo panfletario. Aunque hay quienes tachan al género de elitista, la convocatoria de público en Quito y Cuenca, principalmente, es muy alentadora.
El trabajo de Fabián Jarrín en escena y en sus grabaciones hace parte de un esfuerzo de reivindicación de la canción de autor local, llevado a cabo por Locomotrova.
PARTE DEL POLVO es el primer CD grabado por Fabián Jarrín. Contiene 14 canciones de su autoría que hacen parte de su repertorio en la línea de la canción de autor. La canción de autor pone énfasis en el tratamiento de las letras, en la poética del canto. A sus cultores se los puede distinguir entre los “cantautores” por sus planteamientos éticos y estéticos que implican, entre otras cosas, la interpretación de sus propias composiciones exclusivamente, usualmente hecha con un mínimo de recursos instrumentales adicionales a su voz y un instrumento acompañante, bajo la premisa de que una canción ha de sostenerse por sus valores melódicos, armónicos y poéticos sin precisar de la parafernalia de la que otros géneros hacen uso. Guardando coherencia con este hecho, la temática supera aquella de la canción romántica. Se transparentan con frecuencia temas sociales (locales o no, con su dosis de universalidad) bajo la consigna de evitar lo panfletario. Aunque hay quienes tachan al género de elitista, la convocatoria de público en Quito y Cuenca, principalmente, es muy alentadora.
El trabajo de Fabián Jarrín en escena y en sus grabaciones hace parte de un esfuerzo de reivindicación de la canción de autor local, llevado a cabo por Locomotrova.
La grabación del CD contó con la colaboración de aplaudidos músicos del medio: Pancho Prado (voces), Álvaro Rosero, de Tambores y Otros demonios (percusión); David Bonilla, de Nuages (Guitarra eléctrica y bajo); la armónica blues de Sandro Celi, Frank Guerrero, ex Tomback (batería); Mauricio Maldonado, del grupo de rock progresivo Viuda Negra (teclado); Washington Barreno, de Los 4 del Altiplano (quenacho); Virna Santana (voz). Guitarras nailon y folk, armónica, voces, letra y música de todos los temas: Fabián Jarrín. El diseño gráfico: José Ortiz (Moca CV).
2 comentarios:
Es increible y genial leer estos poemas tan profundos. Continua adelante!! Suerte!
Se acuerdan de Cortázar?:
"El canto de los cronopios
Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.
Cuando un cronopio canta, las esperanzas y los famas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato y en general se muestran algo escandalizados. En medio del corro el cronopio levanta sus bracitos como si sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol la cabeza del Bautista, de modo que la canción del cronopio es Salomé desnuda danzando para los famas y las esperanzas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor cura, si las conveniencias. Pero como en el fondo son buenos (los famas son buenos y las esperanzas bobas), acaban aplaudiendo al cronopio, que se recobra sobresaltado, mira en torno y se pone también a aplaudir, pobrecito."
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